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Artigo

Agrotóxicos: Veneno al plato, por Graciela Gomez

El nuevo libro de la investigadora Marie Monique Robin “Nuestro veneno diario”, está terminado luego de dos años de investigaciones. El libro de 400 páginas explica en particular el papel desempeñado por el sistema de evaluación de los venenos y como la industria química contaminan nuestros alimentos.
Hemos tratado este tema en una nota anterior que titulé “Matando en dosis pequeñas, donde dejábamos en claro que la idea de que “la dosis hace el veneno” del alquimista Paracelso,  es usada por los  toxicólogos actuales que han  abusado de su nombre para justificar la venta masiva de venenos, tal como los defensores del glifosato.

Dejamos claro también en ese artículo que el dogma intocable de la evaluación toxicológica de los venenos no es válido para muchas sustancias, incluidos los llamados “disruptores endocrinos” y que incluso a menudo es completamente irrelevante, porque ignora a la cantidad de venenos a los que estamos expuestos en forma diaria, que interactúan entre sí, son acumulativos y aditivos. Y al llamado  “efecto cóctel” producto de sinergias y mezclas que esparcen sobre nuestras cabezas ante la resistencia de nuevas plagas que solo aumentan las dosis diluyendo por inconsistencia,  la falacia de que esta agricultura  dependiente de agroquímicos vino a salvar al mundo.

Las fábricas de los venenos solo aceptan  el indicador LD50 de la dosis letal, como base para la ingesta diaria admisible pero no toma en cuenta los efectos de largo plazo de las pequeñas dosis. Este tipo de razonamiento no puede aplicarse  a los agrotóxicos, porque cada  molécula del veneno hace daño. El daño puede ser muy pequeño, pero al ser acumulativo al cabo de un tiempo nos va a matar.

Las agencias reguladoras son las encargadas de establecer la “ingesta diaria admisible” llamada  IDA, que supone que es una dosis que podemos ingerir a diario sin enfermarnos. “Solo la dosis hace el veneno”, se hizo dogma central de la “ideología de la ingesta diaria aceptable”, según Robin en palabras del profesor  René Truhaut.  “En otras palabras, a dosis muy bajas, los productos químicos son inofensivos. Sin embargo  la mayoría de las IDA se calcula sobre la base de estudios en la propia industria química. Como Monsanto, muchas empresas en este sector que  mienten y  engañan. Los datos del  IDA son muy sospechosos, calculado sobre la base de los datos facilitados por las empresas cuya principal preocupación no es la salud del consumidor, pero si el afán de lucro”.

El problema, explica Erik Millstone, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Brighton, Inglaterra, “es que la IDA es como un cuadro negro”. Un arma necesaria para aquellos que han decidido que tenían derecho a utilizar productos químicos tóxicos, incluso en el proceso de producción de alimentos”.
Los venenos químicos agrícolas son calificados como seguros y revisados por la EPA y la OMS sin embargo la investigación de Robin  ha puesto de manifiesto numerosas deficiencias en el sistema de licencias, de aprobación  ineficaz, que no protegen  la salud de los agricultores ni de los  consumidores.
Por lo que la autora de El Mundo según Monsanto expresó “Mi investigación demuestra que la IDA es en realidad una herramienta arbitraria y  en muchos casos  totalmente ineficaz, y no sirve para protegernos contra el peligro químico”. Las enfermedades como  cánceres del sistema linfático (leucemia, linfoma, mieloma), cerebro, próstata, páncreas, hígado, piel, y dos enfermedades neurodegenerativas (Parkinson y Charcot), y la lista crecerá, a medida que los campesinos salgan del silencio” agregó Robin.

En cuanto a la afirmación de que no hay relación entre los pesticidas y las enfermedades crónicas,  manifestó que “No es la opinión de la Mutual  Social Agrícola o muchos  tribunales de Asuntos de la Seguridad Social (TASS), que le otorgó  la condición de enfermedad profesional a una treintena de pacientes agricultores, incluyendo Yannick Chenet, que falleció el 15 de enero pasado” contestó.  Para ello, los jueces y los expertos se basan en numerosos estudios epidemiológicos, sino también experimentales, en animales, que demuestran  los efectos cancerígenos de los plaguicidas. Yannick Chenet, a quien Robin dedica su  investigación, es uno de los  testimonios en el documental. Trabajó en  una granja de Saujon, Francia, con cereales y vides destinadas  a la producción de agua ardiente. Desarrolló una leucemia mieloide tipo 4 , debido a su exposición crónica al benceno, veneno que utilizan en esos cultivos.
En el libro “Nuestro veneno diario” cuenta la historia de Medardo Sylvain, un técnico de una granja cooperativa en Picardía, al norte de Francia , que  sufre de una rara miopatía, una enfermedad muscular , por la que  hoy está en una silla de ruedas. Fue el primero en obtener el estatus de enfermedad profesional a través de los jueces.

A pesar de ello los  fabricantes siguen negando cualquier vínculo entre las enfermedades  y a la exposición a estos productos. “Esto es simplemente falso” dice Robin. “La Organización Mundial de la Salud estima que cada año, una a tres millones de personas sufren intoxicaciones  por plaguicidas, y mueren más de 200.000. En mi película, se muestra que la exposición crónica a dosis bajas, pero repetidas en el tiempo de los plaguicidas ha causado enfermedades crónicas entre los agricultores”

La Unión Europea ha desarrollado el programa REACH, un sistema integrado de Registro, Evaluación, Autorización y Restricción de las Sustancias Químicas. La idea es invertir la carga de la prueba, pidiendo a la industria que  demuestre que los productos que desean poner en el mercado no son tóxicos.
Un periodista le pregunta a la investigadora ¿Qué debemos hacer para escapar de nuestro veneno de todos los días? A lo que ella responde: “No tenemos más opción que fomentar la agricultura ecológica, alimentos ecológicos, la cocción de productos frescos, reducir al mínimo los platos que se venden en supermercados y el exceso de comida chatarra”.

Para realizar este  libro y el documental del mismo nombre, la investigadora  se reunió con  17 representantes de los Organismos Reguladores y las autoridades públicas encargadas de la evaluación o la gestión de los riesgos químicos, más importantes. El libro estará a la venta el 15 de marzo con la presentación del documental del mismo nombre, en Francia.
Los peligros potenciales pueden ilustrarse con el hecho de que en lo cotidiano se utilizan alrededor de 60.000 compuestos químicos y cada año se lanzan al mercado de 200 a 1000 productos nuevos.
Tal vez aunque en una proporción pequeña  entre el daño producido y el castigo merecido, en la Argentina el veneno, en pequeñas dosis, ya llegó al plato de los patrones y de la coprocracia.-

Fuente: Asociación Argentina de Periodistas Ambientales (AAPA)-Medio&medio
Fotos: (1) M.Robin con Jean-Marie Bony, que sufre de linfoma no Hodgkin (2)Investigando en la OMS (3) Con Jean-Marie Desdion, quien sufre de  mieloma múltiple. Blog Marie M.Robin Art TV.

Publicado e enviado por ECOS DE ROMANG

EcoDebate, 02/03/2011

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