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Los Biocombustibles y las consecuencias de ignorar el principio de la precaución, artigo de C. Fernando Márquez M.

[EcoPortal.net] El boom de los agrocombustibles surge a partir de las necesidades de energía de los países Europeos y de los estados Unidos principalmente, que han encontrado en los países latinoamericanos las condiciones ideales para producirlos, una despensa a la que se puede acudir para que puedan seguir manteniendo su desaforado ritmo de consumo, lo cual podría no ser tan malo si obedeciéramos al pie de la letra el principio de la precaución.

El pasado 24 de Abril de 2008 se realizó en el Salón Elíptico del Congreso Colombiano el debate a los biocombustibles en Colombia, evento organizado por Colciencias, La Universidad Nacional de Colombia y la Comisión Quinta de la Cámara de Representantes. Una semana después y pese a su importancia, poco o nada se ha dicho en los medios de comunicación sobre las conclusiones del debate, una de la cuales, expuesta por el Director del Foro Nacional Ambiental y ex ministro de Medio Ambiente, Manuel Rodríguez Becerra, es que “En Colombia aún no hay condiciones para que los biocombustibles sean amigables con el medio ambiente”.

Con mucho más tiempo y por ende con mayor profundidad, los Profesores Tomás León, Director del Instituto de Estudios Ambientales de la Universidad Nacional, IDEA, Miguel Angel Altieri y Geraldo Deffune hicieron su exposición el viernes 25 de Abril ante un auditorio compuesto principalmente por estudiantes y profesores de la Maestría en Medio Ambiente y Desarrollo. Desafortunadamente este tipo de eventos, de tanta importancia Latinoamérica, no son bienvenidos en los medios de comunicación tradicionales, pero algo queda.

El encarecimiento de los alimentos no es tema de poca monta en ninguna parte pero en Colombia adquiere ribetes dramáticos por ser uno de los países de la región con la canasta familiar más costosa comparativamente, el 30% del ingreso familiar, siendo apenas superado por Argentina con algo más del 31%. Los brasileros destinan el 21% para satisfacer sus necesidades de alimentación y los mexicanos el 22%.

El diario EL TIEMPO, el más importante de Colombia, sin mencionar el debate señaló en su editorial del 28 de Abril algunos aspectos importantes sobre los biocombustibles, como el encarecimiento de los alimentos debido, en parte, a su auge y la necesidad de realizar un debate serio en el que se analicen todas las variables.

Variables que deben incluír temas igualmente importantes aunque menos conocidos como:

  • El enorme consumo de agua que se requiere para producirlos
  • La presión que su producción, por la vía de la ocupación de tierras de cultivo, ejerce sobre la seguridad alimentaria
  • La deuda de carbono que la tala y las quemas producen
  • El desplazamiento y asesinato de campesinos
  • El elevado déficit energético que los caracteriza

El etanol proporciona un tercio menos de energía que la gasolina. Tadeus Patzek, profesor de Ingeniería Civil y Ambiental de Berkeley, afirma que se invierte hasta un 70% más de energía en producir un galón de etanol que la que es posible recuperar del mismo. No pagan impuestos de ninguna clase, son de consumo obligatorio y fuertemente subsidiados.

Tema central del debate debe ser su misma denominación. Llamarlos biocombustibles es una falacia tan grande como la de llamar “biogasolina” a la mezcla de más de 250 compuestos químicos con el 10% de un combustible de origen agrícola, el etanol. La utilización del prefijo “bio” es un truco publicitario, es la comercialización de la ecología sin que exista un real interés ella por parte de los productores. En Estados Unidos a principios del siglo pasado decidieron agregarle tetraetilo de plomo a la gasolina y la llamaron “etilgasolina”, nombre que enmascaró por largo tiempo los nocivos efectos del plomo pero que no evitó que millones de personas en todo el mundo, niños especialmente, desarrollaran afecciones neurológicas, renales y psicológicas mientras otros cuantos millones morían prematuramente.

El cultivo de organismos genéticamente modificados, OGM, para producirlos debe también ser objeto de estudios profundos y suficientes, de ninguna manera financiados ni influenciados por empresas o personas con intereses en el negocio. En suma, se debe observar todo el proceso bajo la lupa del principio de la precaución, mencionado por los Profesores Geraldo Deffune, y Miguel Angel Altieri, quienes alertaron sobre las graves consecuencias de olvidar el que debería ser el primero e innegociable principio a la hora de tomar decisiones que afecten el interés público en cualquier ámbito.

El Principio de la Precaución

Según este principio, debemos ser escépticos frente a la capacidad de la ciencia para comprender biosistemas complejos, debemos saber como manejar riesgos que son inciertos a largo plazo y debemos considerar la posibilidad de error al estimar los impactos ambientales y sobre la salud.

Este vital principio se desconoció a la hora de introducir los biocombustibles en Colombia, no hubo –ni hay– estudios suficientes que permitieran anticipar, hasta donde es posible, los efectos negativos que su producción y combustión originan, efectos que como el encarecimiento de los alimentos eran casi obvios cuando se inició el programa de oxigenación de las gasolinas, mientras los efectos sobre los vehículos, calidad del aire, salud pública, agua, flora y fauna requerirán mayores análisis y estudios. El tiempo apremia.

Más aún, los pocos estudios que se hicieron demuestran la existencia de riesgos mecánicos, ambientales y de salud pública no mencionados o subvalorados en el mejor de los casos, lo que hace aún más grave la omisión. La exigencia –no fue un gesto de altruismo de los palmeros colombianos– del sello de calidad ambiental que la Unión Europea impuso a las exportaciones colombianas de aceite de palma confirma la existencia de aspectos oscuros que deben ser objeto de análisis oportunos, sistemáticos y amplios.

El aparato publicitario montado por los promotores de los biocombustibles se centró en la disminución de los hidrocarburos no quemados, del monóxido de carbono y los 2 ó 3 puntos de mejora en el octanaje de las gasolinas colombianas. El incremento en la formación de ozono troposférico, de óxidos de nitrógeno, de aldehídos y otros tóxicos se ignoraron aumentando “la posibilidad de error al estimar los impactos ambientales y sobre la salud” que enuncia el principio de la precaución.

Informe de la Unidad de Planeación Minero Energética, UPME, presentado el 22 de Agosto de 2007: “En toda la bibliografía consultada se evidencia reducción generalizada de emisiones contaminantes, (hidrocarburos y monóxido de carbono) con excepción de los aldehídos y los óxidos de nitrógeno.” En el grupo de los aldehídos se encuentra el acetaldehído, compuesto cancerígeno e inductor de alteraciones genéticas mientras los óxidos de nitrógeno son causantes de la lluvia ácida y de la eutrofización de cuerpos de agua, es decir, de la liquidación de la vida que haya en ellas. ¿Sabemos como manejar riesgos que son inciertos a largo plazo?

Manuel Rodríguez Becerra dijo durante su intervención que los biocombustibles tienen un balance negativo para Colombia. “En varias regiones del mundo el desarrollo de esta industria ha llevado a la destrucción de amplias zonas de bosque, como es el caso de Indonesia, y ha generado un mayor aporte a los GEI, (Gases de Efecto Invernadero) contando también los problemas de degradación de los suelos, destrucción de biodiversidad, contaminación de aguas y otros”. Y le asiste toda la razón, Malasia es uno de los grandes aportantes de dióxido de carbono, con el 8% del total mundial. El modelo de explotación utilizado en Malasia es a todas luces inconveniente a largo plazo para el país.

Los OGM

El profesor Geraldo Deffune, uno de los expertos participantes, investigador y consultor de la Asociación Brasileña de Agricultura Biodinámica (ABD), considera que Suramérica podría beneficiarse económica y socialmente por el desarrollo de agroenergía y su producción si se aplicara el principio de la precaución; sin embargo, dijo, los monocultivos y las patentes de semillas generan dependencia tecnológica y energética, contaminación, éxodo rural, y dominación económica. El 80% de la biomasa terrestre está constituída por árboles, por eso talarlos le hace un daño irreparable al país, dijo.

El 11 de Marzo de 2007, a todo color y en los principales medios de comunicación colombianos, bajo el sugestivo título de Más maíz, Más país, Monsanto “comparte con todos ustedes que hemos recibido aprobación del Gobierno Nacional a través del Instituto Colombiano Agropecuario, (ICA) siguiendo la recomendación del Comité Técnico Nacional de Bioseguridad, para iniciar siembras controladas para la tecnología de maíz YielGard.”

Los organismos genéticamente modificados encierran una buena oportunidad para resolver algunos problemas pero plantean también una serie de interrogantes relacionados con la contaminación de otros cultivos, la ruptura del ciclo biológico y la salud de quienes los consuman como alimentos, por lo que se debe ser en extremo cuidadosos, asunto nada fácil si se consideran los enormes intereses estratégicos y económicos que hay en en juego. Los ejemplos abundan:

El científico húngaro Arpada Pusztai encontró resultados muy preocupantes relacionados con ratas alimentadas con papa transgénica, por lo que solicitó más tiempo y dinero para ampliar su estudio. No solo no recibió el dinero sino que después de conceder una entrevista a un medio televisivo sobre el tema fue despedido del Instituto Rowett, en Aberdeen, Escocia, centro de investigación en el que trabajó durante 37 años.

Los fertilizantes y pesticidas son otra piedra en el zapato: La Atrazina, manifestó el profesor Miguel Angel Altieri, Presidente de la Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología, está ocasionando cambios gonadales y hermafroditismo en anfibios expuestos a ella en dosis muy pequeñas, de 1 ppm (partes por millón). La Atrazina, potente herbicida, puede afectar a mujeres embarazadas que entren en contacto con ellas en las fincas en que se ha utilizado, retardando el crecimiento normal de sus bebés. En animales expuestos a altos niveles de ella se han observado defectos de nacimiento y daño del hígado, el riñón y el corazón.

El maíz transgénico también ocasionó daños severos a los ratones utilizados para pruebas en periodos de tiempo muy cortos, dijo el Profesor Deffune, sin que estos resultados hubieran sido divulgados.

La razón es, seguramente, que detrás de estas investigaciones existe una gran inversión, generalmente de las mismas empresas que producen las semillas y la tecnología. Las alianzas, adquisiciones y fusiones de los últimos años entre los fabricantes de semillas y pesticidas son una clara muestra de ello. Monsanto, Novartis, DuPont, Aventis y AstraZeneca controlan prácticamente el 100% del mercado de semillas transgénicas y, simultáneamente, dos tercios del mercado de pesticidas, que solamente en los Estados Unidos reportan hoy a sus productores ingresos anuales por 34 mil millones de dólares.

Es, dice la bióloga y periodista Zaira María Amaya Lesmes, como si el dueño de un hospital comprara la funeraria y el cementerio del lado: gana si se alienta el paciente, pero no deja de ganar si se muere.

Recientemente la British Petroleum, BP, donó a la Universidad Californiana de Berkeley, los Laboratorios Lawrence Livermore y la Universidad de Illinois 500 millones de dólares a fin de que puedan desarrollar nuevas fuentes de energía: básicamente biotecnología para desarrollar plantaciones que generen biocombustible.

El director ejecutivo y presidente Robert A. Malone dijo que la BP se estaba “uniendo a algunos de los mejores talentos mundiales en ciencias e ingeniería para responder a la demanda por energías de bajo contenido de carbono, que estaremos trabajando para mejorar y expandir la producción de energía limpia, renovable, a través del desarrollo de mejores plantaciones”. A pesar de su magnitud, esta es una inversión relativamente modesta considerando que se van a apropiar del conocimiento y la pericia académica que el apoyo gubernamental tardó décadas en construír.

El Agua

Tatiana Roa, Directora de Censat Agua Viva, alertó a los industriales y demás personas que trabajan en el tema para que integren estos cultivos con las necesidades de las poblaciones y cuiden el agua y la producción de alimentos.

Su preocupación es más que razonable, se requieren 785 galones de agua para producir uno de etanol y el uso de pesticidas y fertilizantes contaminan las aguas de nivel freático que posteriormente van a parar a los ríos. Aún está fresca en la memoria del país la noticia sobre la importación de bagre del Mekong vietnamita para consumo durante la pasada semana santa, escasez debida principalmente a la contaminación de los ríos, que los convierte en cloacas repletas de desechos químicos, no aptos para la vida.

Los representantes de Asocaña y Fedepalma, dueños del negocio de los agrocombustibles en Colombia presentaron un cuadro bastante elogioso y tranquilizador. Hablaron de lo bien remunerados que son los trabajadores de los cultivos de palma aceitera, “que ganan más de dos salarios mínimos” y del gran esfuerzo que realizan para, “conjuntamente con la autoridad ambiental pertinente conservar los recursos naturales y beneficiar a las poblaciones con mejores condiciones de vida, empleo y calidad ambiental.”

El boom de los agrocombustibles surge a partir de las necesidades de energía de los países Europeos y de los estados Unidos principalmente, que han encontrado en los países latinoamericanos las condiciones ideales para producirlos, una despensa a la que se puede acudir para que puedan seguir manteniendo su desaforado ritmo de consumo, lo cual podría no ser tan malo si obedeciéramos al pie de la letra el principio de la precaución.

Los agrocombustibles no son malos por sí mismos sino por la manera y los métodos usados para producirlos y venderlos. Quedarnos con los males que ocasionan mientras otros, sin importar quienes sean, aprovechan sus ventajas sería un suicidio, un daño autoinfligido del que tardaríamos décadas en recuperarnos, si es que logramos hacerlo.

Y no se trata, como sugirió el Presidente de Asocaña, de posiciones izquierdistas, sino de hacer las cosas bien, en beneficio del país y de sus gentes. El hambre y la enfermedad carecen de color político. Aún estamos a tiempo.

In www.ecoportal.net


* C. Fernando Márquez M.
Director Ejecutivo de la Sociedad Colombiana de Automovilistas S.C.A.
www.sca.com.co

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