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Transnacionais de água e energia denunciadas no Tribunal Permanente dos Povos

Caros(as)

Acabamos (REBRIP e MAB-Leandro e Cirineu ) de apresentar a denúncia da SUEZ Energy-Tractebel no Tribunal Permanente dos Povos que està ocorrendo essa semana em Lima-Peru. Expusemos a brutal metodologia da transnacional européia de conversáo de água em mercadoria, a partir dos casos de Cana Brava e Estreito. Junto com a Suez foram denunciadas, no mesmo bloco (água e energia) a Unión Fenosa, a Água de Barcelona e a Veolia. Segue abaixo a apresentaçao que introduziu os casos. Em anexo segue a denúncia em versao integral.

Luis Novoa

Agua, Energía y Territorios: resistiendo las formas de privatización de la vida[1].

Los casos que verán a continuación tienen un claro eje común: todos ellos representan denuncias de violaciones al derecho a la vida, asì mismo la revindicaciòn de estrategias de la defensa de los territorios.

Estos casos pretenden mostrar el papel y la lógica de las empresas transnacionales que, al posicionarse de forma hegemónica en los bloques “internos” de poder, controlan y administran nuestros recursos naturales y nuestro territorio.

La exposición y detalle de este proceso de construcción institucional de carácter transnacional –en el cual son fundamentales los acuerdos de libre comercio y de protección de inversiones, así como planes como IIRSA Y PPP– son indispensables para la elaboración de contra-estrategias que sean efectivas en marcos locales, nacionales, regionales y mundiales.

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La amplitud del alcance de la esfera de actuación de las grandes corporaciones no es automática ni tiene relación con algún paradigma superior de organización. Las empresas transnacionales garantizan su protagonismo monopólico en la medida en que van teniendo acceso a instrumentos flexibles de captación de recursos, en que disponen de una infraestructura física y de servicios maleable, y en que el ambiente político y regulatorio les brinde amplias prerrogativas. Por eso los procesos de liberalización comercial fueron y están siendo políticamente construidos por Estados nacionales y sus respectivas articulaciones regionales y multilaterales.

Las empresas globalizadas son proyecciones de sus economías nacionales/regionales de origen, son el resultado de apoyos concatenados y de la sumatoria de bases de impulso. En un cuadro de rivalidad y competencia inter-monopólica, los conglomerados van determinando lo que podemos y debemos producir.

La apertura irrestricta de los mercados, y el recorte de las capacidades regulatorias de los Estados, de los países periféricos facilita el rediseño de la división internacional del trabajo en términos cada vez más asimétricos.

Los servicios dan acceso a funciones de comando y coordinación estratégicas para la continuidad y la profundización de la globalización neoliberal.

La liberalización de los servicios desnuda la transición de un poder con emanaciones relativamente nacionales y públicos hacia otro con emanaciones absolutamente particularistas.

Los servicios predefinen la forma de las actividades productivas, los tipos de encadenamiento económico, los usos del territorio, los padrones de consumo y de sociabilidad; o sea, determinan lo que son y lo que pueden ser, determinadas comunidades.

Se están suprimiendo los servicios públicos como derechos de todos en cambio de servicios de interés económico general, o sea que proporcionan competitividad sistémica a las empresas, disminuyendo sus costos y también dibujando perfiles productivos y de consumo, además de la realización de buenos negocios en salud, educación, transportes, agua, energía, por ejemplo.

Estos servicios y su carácter público, por otra parte, son reconocidos en declaraciones internacionales –por ejemplo– el Pacto Internacional de Derechos Económicos y Sociales, como derechos humanos fundamentales.

La liberalización de los servicios (y de las inversiones) tiene una naturaleza activa, en función de sus efectos plasmadores en nuevos mercados, y consecuentemente, en nuevas monopolizaciones. Más allá del aumento del volumen del comercio, la liberalización de los servicios proporciona la reforma de los Estados y el moldeo profundo de las economías.

Los sectores de servicios son nervios sensibles de difícil reconstrucción sin la intervención estatal, en última instancia. Los servicios infraestructurales (energía, telecomunicaciones, transportes y servicios financieros) en su condición de amplificadores y coadyuvantes de la expansión económica transnacional, recibieron prioridad máxima para la privatización en los años 1980, en los países en desarrollo. De la misma forma, se tornaron sectores prioritarios para la liberalización comercial y aparecen en primer plano en las demandas de apertura en los acuerdos comerciales.

Esa proeza es posible a través de la “gestión empresarial del estado”, fórmula acuñada por el Banco Mundial para que el mercado de capitales impulse más inversiones en infraestructura particularmente en el sector eléctrico. Compondrían esa nueva forma de gestión:

a) estatales llevadas a hacer sustentables las inversiones en capital fijo y a disminuir el tiempo de rotación del capital, aumentando el lucro del sector privado;

b) Reforma del sistema financiero teniendo en vistas las “técnicas innovadoras de financiamiento”. Sociedades de Fines Específicos que se financian con anticipación de ganancias y activos, en los que se observa un estrecho encuadre de los riesgos, en especial los regulatorios. “esa técnica exige que el riesgo sea delineado con más claridad que en los proyectos públicos tradicionales”;

La demanda mundial de commodities primarias está determinando el carácter de nuestro territorio y el uso, ni un poco múltiple, del agua. Grandes obras hidráulicas están siendo financiadas e implementadas para optimizar la concentración de tierras y el modelo primario-exportador.

Los impactos y las resistencias

La privatización de los servicios públicos del agua y la energía no sólo ha excluido a amplios sectores de la población del acceso a estos derechos, sino porque bajo la falacia del desarrollo, procesos como los que resisten quienes aquí nos presentan estos casos, se ha justificado la privatización de los bienes comunes, de la naturaleza, con la única finalidad del lucro.

Se ha privatizado el agua. Su potabilización y distribución. Pero también verán aquí como se han privatizado los ríos, con represas para producir una mercancía llamada energía. Se han privatizado los territorios desplazando gente, desplazando familias, animales y cultivos

Y este proceso se ha argumentado en una muy concreta y simple aspiración económica (la maximización del lucro) y en una serie muy compleja de falacias ideológicas, articuladas detrás de la noción del carácter unívoco de evolución de las sociedades humanas (y deberíamos agregar occidental, europea y capitalista).

Estos argumentos se ha formulado en torno a la idea de “desarrollo”, que ha ocupado el escenario internacional desde la segunda mitad del siglo XX.

Esta serie de argumentos se organizaron silogísticamente de la siguiente manera:

El desarrollo es la única posibilidad de realización de los derechos humanos.

El endeudamiento externo y la apertura económica son las únicas recetas para alcanzar el desarrollo.

Comprometer la soberanía de los pueblos es la única manera de alcanzar el desarrollo y realizar los derechos humanos en los países pobres.

Bajo estas consignas, en la década de los noventa se llevaron adelante en los páises de América Latina reformas institucionales que condujeron a la privatización de la vida y el establecimiento de verdaderas “dictaduras de mercado”.

Estas dictaduras del neoliberalismo aplicaron una política de ajuste, que no fue otra cosa que una política de shock aplicada por la fuerza del chantaje –el del Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional–, como antes lo había sido por la fuerza de la tortura, el asesinato o la desaparición forzada.

Las actuales políticas de privatización son una clara continuidad de las políticas de ajuste neoliberal. Su continuidad y su profundización.

De todas maneras, los casos que verán a continuación a pesar de su crudeza y de la indignación que genera la impunidad con la que actúan las empresas y sus cómplices nacionales e internacionales, también nos permiten vislumbras esperanzas.

Esperanzas que surgen de la gente que construye procesos de resistencia. Procesos locales por la recuperación de la dimensión pública de la política. Gente que reclama su derecho a la vida, su derecho a vivir y producir su territorio, su modelo de vida. Gente que se conforma en sujetos constituyentes, que crean nuevas institucionalidades públicas para el manejo colectivo de los bienes públicos.

Una de estas formas de resistencias parten de experiencias concretas de articulación entre empresas públicas de agua. Acuerdos como éste se llevan adelante entre prestadoras de servicio de Perú (Huancayo) y Argentina (Buenos Aires) y entre prestadoras de Bolivia y Uruguay.

Otras de esas formas de resistencia están expresadas aquí: son los procesos locales son los principales protagonistas de los casos que nos traen aquí las compañeras y compañeros de Brasil, Colombia, Guatemala, México y Nicaragua. En estos casos vemos la articulación de campesinos e indígenas, de pobladores locales, de sindicalistas, en disputa del poder de las transnacionales a partir del ejercicio de la soberanía sobre sus territorios.

De ellos es la voz y de ellos el mensaje de que otra economía, otra política y otra sociedad son posibles.

Es una responsabilidad polìtica de todos y todas, quienes materializamos la propuesta del TPP, contriburir al fortalecimiento real de los procesos de lucha y resistencia, asì como potenciar modelos de vida que nos aproximen a la construcción de sociedades con justicia ambiental y social que nos permitan sobrepasar la crisis de civilización actual, causada por la subsunción del mundo de la vida al imperio del capital, liderado en su fase actual por la lógica de las transnacionales.

[1] Introducción a los casos de “Privatización de los Servicios Públicos y Violación de los Derechos Fundamentales” Tribunal a las Transnacionales, sesión Lima, 14 de mayo 2008, elaborado por Luis Fernando Novoa & Carlos Santos.